El paso del tiempo se refleja de
muchas y diversas formas, y sin duda alguna una de ellas se encuentra en
las paredes, puertas y ventanas de las casas que sufren de la misma
forma que las personas el deterioro del tiempo transcurrido, y así se
van transformando en nuevas imágenes, formas y colores.

Los
blancos se transforman en ocres, también en verdes que surgen del musgo
naciente, salen a relucir las grietas, y la caída de algunas de sus
partes dejan entrever su verdadera naturaleza.
Luego llegaron esos cables que un día estaban bien fijados y que hoy cuelgan como una muestra más del abandono general.
Al
final todo ello muestra un conjunto de colores y contrastes que casi
parecen un cuadro abstracto de una realidad que sin duda fué mucho más
evidente.
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